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Showing posts from 2018

¿El femicidio se va a acabar?

E ra 2016. Crecía el movimiento Ni Una Menos. Escribí unos apuntes que no me animé a publicar por varias razones: porque era un gesto machista incorporarme a un diálogo que necesitaba de la voz de las mujeres, porque las feministas que conozco no parecían coincidir con mis planteos, y porque tenía miedo de meter la pata. Hoy ya no hay miedo de meter la pata, ni de echar algunas hierbas machirulas al caldero de las brujas. Pero lo que más me tranquilizó fue descubrir en el último tiempo que Rita Segato ya venía elaborando planteos que iban en una dirección parecida. De aquí que los únicos agregados que hice al original fueran un puñado de menciones a Rita, donde el texto lo ameritaba. L as sociedades patriarcales existen desde tiempos inmemoriales. Ha habido maltratos, persecuciones y matanzas dirigidas contra la condición de mujer en muchos otros tiempos y espacios. Pero cada tiempo y espacio ha tenido sus particularidades; el pensamiento patriarcal se ha ido ajustando a los sistemas

¿Una sexualidad purificada de violencia?

A lo largo de una potente reflexión orientada a llamar la atención sobre el riesgo de ligar las luchas de género a una subjetividad victimizada, Slavoj Zizek incurre en lo que considero una doble confusión entre sexualidad y erotismo, y entre opresión y poder. Así escribe: “El problema es que la sexualidad, el poder y la violencia están mucho más íntimamente entrelazados de lo que esperamos, de modo que también elementos de lo que se considera brutalidad pueden ser sexualizados, es decir, invertidos libidinalmente; después de todo, el sadismo y el masoquismo son formas de actividad sexual. La sexualidad purificada de la violencia y los juegos de poder bien puede acabar desexualizándose.” Primer punto: la diferencia entre sexualidad y erotismo La sexualidad, el terreno de las pulsiones animales, no es equiparable al erotismo, el terreno de las sublimaciones políticas y culturales. Es en este último ámbito donde se despliegan las relaciones de poder y de opresión. No hay erotismo

Discapacidad, democracia radical e identidad de clase

L os casos aislados cumplen pobremente con el objetivo de describir una realidad compleja, pero no por ello dejan de presentar una oportunidad para abordar, siquiera tentativamente, aspectos estructurales que suelen pasar desapercibidos en la vorágine del día a día de la política liberal. Luego de que el gobierno de Mauricio Macri intentara retirar 170 mil pensiones para discapacitados en febrero, hoy vuelve a suspender otras tantas, al tiempo que pone en riesgo derechos y programas para discapacitados y amenaza la continuidad del histórico Cottolengo Don Orione. La nueva avanzada sobre el sector de los discapacitados, conducida por un gobierno que tiene entre sus cabezas visibles a dos personas con movilidad reducida, como Gabriela Michetti y Jorge Triaca Jr., sirve para reflexionar acerca de la constitución de las identidades político-sectoriales en el capitalismo avanzado, acerca de su carácter fluido y de cómo este impacta en una lectura de lucha de clases. Antes de desarrollar

El futuro del neoliberalismo es su final

C omparto la tercera de mis recientes diferencias con Jorge Alemán, que no por esto deja de ser uno de los dos intelectuales argentinos con anclaje mediático que siguen movilizando mi interés (el otro, sin dudas, es Zaffaroni). Esta vez, mi diferencia refiere a la conceptualización que el autor hace del neoliberalismo, y de su relación con la expansión de los neofascismos en Europa. En una de sus últimas columnas para Página 12, Alemán apuntaba que “el capitalismo en su mutación neoliberal posfascista no tiene contradicciones que de modo inmanente lo conduzcan a su final”. Esta afirmación contradice la evidencia actual. El neoliberalismo, en tanto momento climático del proyecto capitalista, amplía y acrecienta sus contradicciones. Estas contradicciones no solo no son sustentables en el tiempo, sino que su superación solo puede resolverse en dos direcciones: ya en la forma de un retorno a modalidades del capitalismo más reguladas -como el capitalismo de bienestar keynesiano-, ya huy

El innecesario populismo de Jorge Alemán

A raíz de mis últimos apuntes  sobre Jorge Alemán he redescubierto viejas anotaciones con las que ya venía discutiendo artículos suyos en el pasado. Al parecer, es costumbre encontrarme disintiendo con el autor. Aquí va la segunda de tres refutaciones que llevo escritas de sus propuestas. Lamento tener que disentir tan hondamente con uno de los pocos autores que suelen proponer debates que salen de los núcleos académicos. En este caso, la diferencia surge a partir de la lectura que Alemán hace del populismo y de su revisión de Laclau. Su argumento es básicamente el siguiente: “Mi posición es que el populismo es siempre posmarxista y que se contrapone a los aspectos esencialistas de algunas lecturas marxistas leninistas con respecto al sujeto histórico. Las condiciones formales de la heterogeneidad, la diferencia, la dislocación, la frontera antagónica… sólo existen en el interior de una lógica emancipatoria de nuevo cuño, que asuma de entrada el carácter no objetivable ni totalizab

Descubrir el cuerpo humano en medio de la revolución

M ayo de 1994, a meses del alzamiento zapatista. Manuel, miembro del Comité Clandestino Revolucionario Indígena: “Aquí la situación no está muy avanzada. A lo más que llegamos, muchos años atrás, cuando yo era capitán, fue a tener clases de educación sexual que explicaran el cuerpo del hombre, el cuerpo de la mujer, cómo se generaba un embarazo, qué cosas ocurrían en sus cuerpos... Esto fue recibido con mucho entusiasmo por los hombres, y con mucha vergüenza por las mujeres. Los hombres aprendían cómo era el cuerpo de una mujer. Por ejemplo, este pueblo tiene una planta de energía que no funciona la mayor parte del tiempo. Unos meses atrás funcionó durante algunos días. Uno de los compañeros nos contó, con mucho entusiasmo, que por fin había podido ‘ver’ a su mujer. Nos dijo: “Por fin la vi completa.” Y tienen diez hijos. Había tenido diez hijos y todavía no conocía el cuerpo de su mujer. ¡No lo conocía! Hasta que hubo suministro eléctrico y se les ocurrió hacer el amor con las luces

Disociación (¿o imbricación?) de lo político y lo social

B ajo el sugerente título ‘ La diferencia entre lo Político y lo Social ’, Jorge Alemán escribe: “Es necesario insistir en esta paradoja, lo Social es el lugar que se resiste a dejarse abordar por lo Político”. Según nos plantea el autor, sería conveniente establecer una diferencia “estructural” entre aquello que denominamos ‘lo social’, y ‘lo político’. De aquí la disociación que la paradoja de Alemán ejerce sobre ambos términos hasta el punto de oponerlos. La propuesta, si bien sugestiva, no tarda en percibirse insuficiente para describir los fenómenos que se propone comprender. El mundo descrito a partir de fracturar lo social de lo político acaba derivando en una visión estática y simplificada de las relaciones de poder. Parece conveniente apresurar un rechazo, lo mismo que oponer una lectura más representativa de las dinámicas en cuestión. La disociación de lo político y lo social  Alemán encuentra su primera dificultad al momento mismo de definir sus conceptos: “Hablamos

Flan y macrismo, el sentido del sinsentido

L a metáfora de Alfredo Casero era clara. Si se nos quemó la casa, no podemos pedir flan; ergo, si el país está en crisis, no podemos pedir más salario -ni presupuesto educativo, ni jubilaciones, ni medicamentos. Pedir lo imposible es de niños caprichosos. Por lo tanto, el ‘flan’ representaba en la metáfora de Casero el capricho de los opositores; o lo que es lo mismo, de los kirchneristas. Pasaremos por alto que este capricho toma el lugar -nada menos- que de los derechos vulnerados por las políticas macristas. Tampoco nos detendremos como bien hizo Paco Olveira, en la realidad de los barrios donde lo que falta no es flan, sino pan y leche. La metáfora de Casero en su sentido original (el ‘flan’ como símbolo del capricho kirchnerista) es apenas el punto de partida para recorrer alguno de los mecanismos discursivos de la comunicación oficialista. El punto de llegada será aún menos consistente que el controvertido símbolo caseriano. Del 'flan' al 'flan': el vaciamiento

Corrupción e infantilización, lo concreto como verosímil

E l tratamiento mediático de la ‘corrupción K’ se ha vuelto menos un problema de verdad que de verosimilitud. En los últimos años, el dispositivo de comunicación antikirchnerista se ha ido afinando. Su efectividad es en buena medida producto de una estrategia combinada de acumulación y aceleración: el surgimiento periódico de causas, acompañado por una proliferación de mensajes mediáticos, alimenta el imaginario del kirchnerismo como una fuerza corrupta, más allá de las responsabilidades individuales o del devenir judicial de las denuncias. Desde hace un tiempo, este mecanismo ha sumado un rasgo distintivo, lo que evidencia una evolución en el dispositivo comunicacional antikirchnerista. El manejo mediático inicial (1) de ‘los cuadernos de Centeno’ confirma que la comunicación de denuncias de corrupción gana efectividad cuando se reducen los componentes lógicos y abstractos de las causas en favor de componentes concretos y visualizables. Hoy, las pruebas jurídicas, intangibles para l

Almanaque Wak! Revolución (antología)

M i admirado Franki volvió a convocarme este año para que juntos tramáramos un nuevo corto para el Almanaque Wak! 2018. La temática: Revolución. Pensé: "No hay tópico más atractivo donde expayarme ideológicamente". Le ofrecí a Fran entonces cuatro sinopsis; tres abiertamente políticas y una cuarta alocada. Ambos coincidimos en que la opción alocada era la más atractiva visualmente, y por lo tanto, la más difícil de descartar. Su título: Rupturista. A esta historia nos abocamos. Hace un mes, nuestro corto vio la luz junto con otro puñado de alocadas creaciones que todavía no he tenido el gusto de leer -aunque habíendo disfrutado la antología 2017, puedo anticipar su desquiciado contenido. En los últimos meses, y tras el cierre definitivo de Subcultura, estuve musitando la posibilidad de armar un nuevo espacio para compartir libremente mis creaciones; cuando el tiempo me lo permita, ya compartiré este corto como corresponde. Entretanto, los invito a adquirir esta bonita antolog

Meritocracia y exclusión (Página 12)

U na vez más junto a Santiago Stura -y esta vez con la suma de Santiagro Ragno-, garabateamos una reflexión que acabó en La Ventana de Página 12. Esta vez el núcleo del análisis era la racionalidad publicitaria y su curiosa articulación político-ideológica en tiempos macristas. De hecho, el título original apuntaba 'Chevrolet S10, el kirchnerismo como antagonista'. Washington Uranga tuvo la astucia de subrayar desde el título y la bajada el debate más profundo en el cual nos adentrábamos, dejando en segundo plano el hecho particular. Tal vez haya sido esta combinación entre mirada sociológica y análisis político de coyuntura lo que facilitó que la nota circulara como ninguna de nuestras notas anteriores y fuera compartida por referentes políticos, blogs contraculturales y páginas de contenido más académico. Les dejo la bajada destacada por el editor, y una invitación a que lean la nota Página: A propósito del anuncio comercial de un automóvil, Blas Bigatti, Santiago Ragno y S

Bauman, liquidez y ‘hegemonía macrista’

E scribe Nicolás Trotta en Página 12:  “En la sociedad líquida la hegemonía también lo es. La hegemonía macrista es fugaz. Un chispeo en la historia.” El concepto de liquidez pertenece a Bauman; el gusto por su aplicación indiscriminada también. Pero debemos a Trotta el maridaje entre liquidez y hegemonía, lo mismo que su aplicación al macrismo. Me parece necesario rechazar las valoraciones del intelectual argentino en sus dos dimensiones: que la hegemonía pueda ser líquida, y que el macrismo pueda haber sido hegemónico. Una hegemonía nunca es líquida. Es su solidez y su aparente ‘inmutabilidad’ (que no es más que la evolución en una escala histórica) lo que permite que una hegemonía se constituya como tal. Que Bauman guste del oxímoron no significa que todo oxímoron pueda verificarse en la realidad. Más allá de la responsabilidad que cabe a Trotta por seguir al sociólogo polaco, debe imputársele a este último la incapacidad de ver (o de admitir) que en la ‘modernidad líquida’ tamb

Tres débiles argumentos para deslegitimar a Maduro

N ada hacía prever que hoy escribiera sobre Venezuela. Lo que me convenció que el tema merecía unas notas fue la lectura de los dos principales diarios nacionales. Clarín y La Nación se han sumado, como era de esperar, junto a la totalidad de los medios liberales latinoamericanos, a la estrategia de los EEUU de deslegitimar el proceso electoral venezolano. Maduro acaba de renovar su mandato presidencial de modo contundente, con un 68% de los votos. A pesar de esto, tanto los medios como los sectores políticos aliados de los grupos económicos, de las trasnacionales, de los EEUU, han decidido no reconocer estos resultados. Creo que es importante repasar los tres argumentos que se esgrimen, ponerlos en contexto, y, si es posible, desnudar su falsedad. Los primeros dos argumentos nos gritan desde la portada de Clarín: ‘Fuerte abstención y denuncias de fraude en la reelección de Maduro’. Abstención y fraude. Según el primero, se asegura que las elecciones de Venezuela son ilegítimas una

La crisis que los macristas compraron con sus dólares

M ucho se ha escrito sobre el carácter golpista de la oposición, en particular del kirchnerismo. En 2016, Fernando Iglesias, opinador orgánico de Cambiemos, la bautizó “el club del helicóptero”. Lo que por entonces era percibido como una alianza de raigambre peronista, fue mutando para el autor hasta convertirse en una amenaza “trosko-kirchnerista”. La sorpresa de Iglesias podrá competir con su amor por la hipérbole cuando comprenda que fueron los sectores más declaradamente macristas quienes debilitaron la economía del gobierno primero, y precipitaron la crisis después.  La sorpresa, sin embargo, debería estar prohibida. Declamar “perplejidad” ante la crisis del proyecto macrista solo es posible bajo dos supuestos, la ignorancia o la impostura. Difícilmente los analistas políticos que hoy se muestran sorprendidos ignorasen la fragilidad de la economía argentina pos-2015. Aquellos que tan asiduamente se apropian de las sugerencias de los ‘expertos’ extranjeros, entienden muy bien por

Dos artículos para Página 12

C on mi colega Santiago Stura solemos deshilvanar alguna que otra problemática a través de largas y laberínticas conversaciones. No somos especialmente afines a la virtualidad, pero nuestro espacio de debate por excelencia acabó siendo el celular. Los audios de WhatsApp tienen el nervio de la espontaneidad, pero su encadenamiento asincrónico nos permite, sin prisa y sin demora, algo que siempre se agradece: la posibilidad de articular argumentación. Es que la argumentación necesita tiempo, una variable que el diálogo sincrónico suele sacrificar a costa de no volverse un plomazo. El WhatsApp nos entrega justamente eso: el tiempo necesario para que el diálogo evite volverse incontinencia. Pensar una respuesta no es cosa de un instante. Entre mensaje y mensaje pueden transcurrir minutos, horas o días, lo que haga falta; pero el resultado no deja de ser una conversación (una conversación prolongada, pero conversación al fin). Las ideas decantan, se reformulan, se fortalecen o se debilitan